PIEZA MAS DIFICIL PARA PIANO
En la película Shine mencionan que la pieza para piano más difícil que existe es el Concierto para piano y orquesta nº3 de Rachmaninov.
Para dilucidar la verdad, he encontrado un hilo de un foro de pianistas en el que justo debaten cuál es la pieza más difícil de todas.
Por un lado, hay que comenzar excluyendo la música rara del siglo XX y XXI. Algunas piezas se han compuesto simplemente por la dificultad, sin pensar en cuestiones estéticas o artísticas. Como alguno menciona, Rude Poem del brasileño Heitor Villa-Lobos es una pieza que dedicó al virtuoso pianista Arthur Rubinstein, pero parece ser que ni el mismo dedicatario llegó jamás a tocarla.
Entre las piezas contemporáneas raras destacan las de Kaikhosru Shapurji Sorabji, un compositor nacido en Inglaterra, cuya obra Opus Clavicembalisticum, de 1930, está considerada por la Wikipedia como la más difícil jamás escrita para el piano. Además, la obra completa tiene una duración de unas cuatro horas y media.
Este tipo de piezas tan complicadas suponen un esfuerzo para el intérprete que, las más de las veces, no merece la pena. Opus Clavicembalisticum fue tocado por primera vez por el propio Sorabji en 1930 y no sería hasta 1982 que el pianista autraliano Geoffrey Douglas Madge la tocó en concierto para posteriormente realizar una grabación de la pieza. Desde entonces hasta ahora la lista de personas que han sido capaces de tocarla ha aumentado hasta llegar a las cinco personas.
Leopold Godowsky, compositor nacido en Polonia, también realizó una obra de dificultad casi insuperable. Sus 53 estudios sobre los estudios de Chopin suponen unas dificultades insolubles para los pianistas. Teniendo en cuenta que los estudios de Chopin ya de por sí eran difíciles (los estudios son piezas musicales como forma de ejercicio, por su dificultad), Godowsky se atrevió a adaptarlos para que algunos de ellos fueran tocados con una sola mano. Sólo cinco personas se han atrevido a grabar estos estudios, entre ellos el antes citado Geoffrey Douglas Madge. También Marc-André Hamelin, pianista francés considerado uno de los mayores virtuosos del instrumento de la actualidad.
Entre los compositores menos experimentales cuya música es más audible, dentro del siglo XX, y entre las piezas que suelen interpretarse en los conciertos, se afirma que el Concierto para piano y orquesta del italiano Ferruccio Busoni suele definirse como el concierto para piano y orquesta más difícil que existe.
El concierto para piano y orquesta nº2 de Sergei Prokofiev también parece que resulta endiablado, especialmente en su cuarto movimiento. Es considerada una obra maestra, por lo que existen numerosas grabaciones y es frecuente en las salas de conciertos.
Quiso el destino que ardiera la partitura para orquesta de este concierto, de la que no existía copia alguna. Pero Prokofiev, para maldición de generaciones de pianistas, se dedicó a recostruirlo por completo, aunque con bastantes cambios, lo que provocó que el autor sugiriera que se le enumerara como su cuarto concierto para piano y orquesta.
La lucha por la pieza de piano solo más complicada, comenzó con Islamey, una fantasía para piano del ruso Mily Balakirev, compuesta en 1869. Su estremada dificultad, atrajo la atención de los virtuosos de la época que se esforzaron por tocarla. Resulta tan difícil que la partitura esta llena de indicaciones para versiones más fáciles. El propio Balakirev reconoció que era incapaz de tocar algunas de las partes más complejas de Islamey.
Tras los pasos de Balakirev, Maurice Ravel compuso una pieza, con el simple propósito de que fuera más difícil aún: Gaspard de la nuit fue el resultado. La pieza es muy bella, aún cuando las intenciones de Ravel fueran puramente oscuras: “traté de hacer una caricatura del romanticismo”, también dijo sobre ella. Así, dentro de las posibilidades de cada pianista, es una de las más populares obras de las citadas hasta ahora.
Dos de las piezas que se oyen en la película Shine figuran entre las más complejas, aunque sin llegar a los límites de las anteriores. El estudio para piano de Franz Liszt La Campanella.
También el concierto para piano y orquesta nº3 de Rachmaninov es de las obras más exigentes que existen.
De comienzos del siglo XIX, y con la firma del genial Beethoven, la sonata para piano Hammerklavier (algo así como “piano de martillos”) es una de sus obras maestras y supone todo un reto de dificultad técnica para los intérpretes. Es quizás la sonata para piano más difícil que se haya compuesto.
Toda esta información se ha tomado revisando lo dicho en este foro, confrontándolo con la Wikipedia en inglés.
Como extra, podemos ver a Vlado Perlemuter tocando el Scarbo del Gaspard la Nuit de Ravel. Es increíble la facilidad con que parece tocar la pieza. Los cruces de manos sobre el teclado no pueden ser sencillos. Viendo al pianista desde delante, parece un abuelo que se está quedando dormido en una silla, sin embargo al mirar sus manos queda claro que ese hombre, a pesar de su avanzada edad, aún tiene partes de su cuerpo muy jóvenes.
Perlemuter estudió las piezas para piano de Ravel con el propio autor, por lo que estaba considerado uno de los mayores expertos mundiales en el músico francés.
Tomado de: http://www.asinorum.com/pieza-mas-dificil-para-piano/473/
En la película Shine mencionan que la pieza para piano más difícil que existe es el Concierto para piano y orquesta nº3 de Rachmaninov.
Para dilucidar la verdad, he encontrado un hilo de un foro de pianistas en el que justo debaten cuál es la pieza más difícil de todas.
Por un lado, hay que comenzar excluyendo la música rara del siglo XX y XXI. Algunas piezas se han compuesto simplemente por la dificultad, sin pensar en cuestiones estéticas o artísticas. Como alguno menciona, Rude Poem del brasileño Heitor Villa-Lobos es una pieza que dedicó al virtuoso pianista Arthur Rubinstein, pero parece ser que ni el mismo dedicatario llegó jamás a tocarla.
Entre las piezas contemporáneas raras destacan las de Kaikhosru Shapurji Sorabji, un compositor nacido en Inglaterra, cuya obra Opus Clavicembalisticum, de 1930, está considerada por la Wikipedia como la más difícil jamás escrita para el piano. Además, la obra completa tiene una duración de unas cuatro horas y media.
Este tipo de piezas tan complicadas suponen un esfuerzo para el intérprete que, las más de las veces, no merece la pena. Opus Clavicembalisticum fue tocado por primera vez por el propio Sorabji en 1930 y no sería hasta 1982 que el pianista autraliano Geoffrey Douglas Madge la tocó en concierto para posteriormente realizar una grabación de la pieza. Desde entonces hasta ahora la lista de personas que han sido capaces de tocarla ha aumentado hasta llegar a las cinco personas.
Leopold Godowsky, compositor nacido en Polonia, también realizó una obra de dificultad casi insuperable. Sus 53 estudios sobre los estudios de Chopin suponen unas dificultades insolubles para los pianistas. Teniendo en cuenta que los estudios de Chopin ya de por sí eran difíciles (los estudios son piezas musicales como forma de ejercicio, por su dificultad), Godowsky se atrevió a adaptarlos para que algunos de ellos fueran tocados con una sola mano. Sólo cinco personas se han atrevido a grabar estos estudios, entre ellos el antes citado Geoffrey Douglas Madge. También Marc-André Hamelin, pianista francés considerado uno de los mayores virtuosos del instrumento de la actualidad.
Entre los compositores menos experimentales cuya música es más audible, dentro del siglo XX, y entre las piezas que suelen interpretarse en los conciertos, se afirma que el Concierto para piano y orquesta del italiano Ferruccio Busoni suele definirse como el concierto para piano y orquesta más difícil que existe.
El concierto para piano y orquesta nº2 de Sergei Prokofiev también parece que resulta endiablado, especialmente en su cuarto movimiento. Es considerada una obra maestra, por lo que existen numerosas grabaciones y es frecuente en las salas de conciertos.
Quiso el destino que ardiera la partitura para orquesta de este concierto, de la que no existía copia alguna. Pero Prokofiev, para maldición de generaciones de pianistas, se dedicó a recostruirlo por completo, aunque con bastantes cambios, lo que provocó que el autor sugiriera que se le enumerara como su cuarto concierto para piano y orquesta.
La lucha por la pieza de piano solo más complicada, comenzó con Islamey, una fantasía para piano del ruso Mily Balakirev, compuesta en 1869. Su estremada dificultad, atrajo la atención de los virtuosos de la época que se esforzaron por tocarla. Resulta tan difícil que la partitura esta llena de indicaciones para versiones más fáciles. El propio Balakirev reconoció que era incapaz de tocar algunas de las partes más complejas de Islamey.
Tras los pasos de Balakirev, Maurice Ravel compuso una pieza, con el simple propósito de que fuera más difícil aún: Gaspard de la nuit fue el resultado. La pieza es muy bella, aún cuando las intenciones de Ravel fueran puramente oscuras: “traté de hacer una caricatura del romanticismo”, también dijo sobre ella. Así, dentro de las posibilidades de cada pianista, es una de las más populares obras de las citadas hasta ahora.
Dos de las piezas que se oyen en la película Shine figuran entre las más complejas, aunque sin llegar a los límites de las anteriores. El estudio para piano de Franz Liszt La Campanella.
También el concierto para piano y orquesta nº3 de Rachmaninov es de las obras más exigentes que existen.
De comienzos del siglo XIX, y con la firma del genial Beethoven, la sonata para piano Hammerklavier (algo así como “piano de martillos”) es una de sus obras maestras y supone todo un reto de dificultad técnica para los intérpretes. Es quizás la sonata para piano más difícil que se haya compuesto.
Toda esta información se ha tomado revisando lo dicho en este foro, confrontándolo con la Wikipedia en inglés.
Como extra, podemos ver a Vlado Perlemuter tocando el Scarbo del Gaspard la Nuit de Ravel. Es increíble la facilidad con que parece tocar la pieza. Los cruces de manos sobre el teclado no pueden ser sencillos. Viendo al pianista desde delante, parece un abuelo que se está quedando dormido en una silla, sin embargo al mirar sus manos queda claro que ese hombre, a pesar de su avanzada edad, aún tiene partes de su cuerpo muy jóvenes.
Perlemuter estudió las piezas para piano de Ravel con el propio autor, por lo que estaba considerado uno de los mayores expertos mundiales en el músico francés.
Tomado de: http://www.asinorum.com/pieza-mas-dificil-para-piano/473/
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